Texto de Jorge Casamayor
Rodeada de los edificios más emblemáticos de la ciudad, en la plaza que resume el alma, el arte y la historia de Zaragoza, la Lonja de Mercaderes es la obra cumbre del Renacimiento aragonés; y sus paramentos de ladrillo embellecidos con geométricas alineaciones, sus columnas anilladas en su fuste, las embebidas en sus muros, o su prominente alero, muestran la esencia de las peculiaridades propias de la arquitectura local.
Bajo sus techos latieron los ánimos del esplendor o la agonía de las crisis; sus suelos los pisaron lugareños portadores de sus excedentes y mercaderes venidos de lejanos confines; se realizaron en él transacciones comerciales o celebraciones religiosas del Concejo; y albergó la tabla de depósitos, una banca municipal para la custodia de fondos concedida a la ciudad por Carlos I en 1542…